La transición digital de los museos, un proceso dispar que busca la participación del público

La digitalización ha llegado a todos y cada uno de los ámbitos de nuestra vida y la cultura no es una excepción.

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La digitalización ha llegado a todos y cada uno de los ámbitos de nuestra vida y la cultura no es una excepción. A pesar de que los museos e instituciones culturales no han sido, a lo largo de los años, impulsores directos del cambio y la modernización, se han visto obligados a sumarse a este proceso de digitalización cada vez más latente en nuestra sociedad.

Los públicos, antes meros espectadores de la actividad cultural, han dejado atrás ese papel observador para convertirse en agentes activos que desean formar parte del cambio y de los procesos. Es por ello que la interacción con ellos se erige como valor fundamental, recurriendo de nuevo a las posibilidades que presenta ante nosotros la tecnología y la era digital.

En MIGRATION hemos realizado un profundo análisis sobre la situación de algunas de las instituciones culturales más importantes del mundo, con la intención de conocer de primera mano cuál es su grado de digitalización y qué propuestas innovadoras han incorporado a sus programas. De esta forma, podremos delimitar también cuáles son los pasos que llevarán a cabo para alcanzar una era digital que orbita alrededor del mundo del arte y la cultura.

Una digitalización heterogénea

La disparidad se ha convertido en una cualidad más que remarcable dentro de este proceso de digitalización de los museos e instituciones culturales. Este análisis nos ha permitido observar que la mayoría de las entidades han empleado métodos relacionados con estas nuevas tecnologías de forma experimental, comenzando así un prometedor camino que necesita de constancia y compromiso. Otras tecnologías más incipientes, como la robótica, necesitan un periodo de tiempo mayor para abrirse camino en el mundo de las instituciones culturales aunque ya podemos ver algunos ejemplos que han emprendido su andadura en la buena dirección

Sí resulta llamativo destacar la enorme y rápida digitalización de patrimonio artístico que se ha desarrollado en los últimos tiempos, acelerada sin duda por la llegada de la COVID-19. Son muchas las instituciones que han incorporado sus colecciones al entorno digital, rondando este número el 80% de ellas. Los públicos tienen así la oportunidad de acudir a sus obras favoritas siempre y cuando lo deseen, disponiendo de ellas a tan solo un click de distancia.

Un mundo educativo en vías de desarrollo

Las propuestas colaborativas han aparecido en escena, respondiendo de nuevo a las peticiones de un público cada vez más inconformista y con ganas de participación. Además, existe una cierta tendencia educativa, materializada a través de Labs de investigación y MOOCs que, si bien no es predominante, empieza a emanar de algunas instituciones como el MET o el MOMA.

La COVID-19, una oportunidad de digitalización

Como hemos podido extraer de este exhaustivo análisis, la repentina llegada de la COVID-19 supuso, al inicio, una auténtica fuente de problemas para la actividad de las instituciones culturales. Sin embargo, aquellas que habían apostado en mayor medida por la digitalización vieron cómo su capacidad de hacer frente a una crisis de ese calibre aumentaba en comparación a aquellas que se habían rezagado en el proceso digital.

Los hábitos de los consumidores habían cambiado pero la situación insólita que atraviesa el mundo demostró, una vez más, que la digitalización es un fin en sí mismo que debemos alcanzar, sin excepciones. El desarrollo tecnológico de los museos ha experimentado un impulso exponencial que vuelve a colocar en el centro del debate la necesidad de adaptación a esta nueva sociedad tecnológica que nos envuelve.

A raíz de la pandemia, han visto la luz numerosas iniciativas digitales que, a pesar de su irrupción atropellada en algunos casos, se erigen como una oportunidad sin precedentes para cumplir esa función educativa y divulgadora que descansa en las instituciones culturales

Como vemos a raíz de este análisis y experimentamos en todos y cada uno de los entornos de nuestras vidas, la digitalización ha llegado para quedarse y las instituciones culturales deben sumarse a un cambio que, desde hace mucho tiempo, dejó de ser opcional.

 

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